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En un planeta amenazado por la escasez de recursos y materias primas llevamos décadas oyendo hablar del uso eficaz de los recursos y del reciclaje. Sobre todo en Europa, una región con sus recursos naturales ya agotados y cuya actividad depende de materias primas y recursos extraídos en otras zonas del mundo. La Unión Europea lleva décadas avanzando en su senda del reciclaje y lleva ventaja a muchos otros países.

El reciclaje de residuos es un asunto complejo, en lo técnico y en lo conceptual. Una de las confusiones más habituales, en ocasiones usadas deliberadamente, es considerar que los ciudadanos reciclamos residuos. Los protagonistas del bucle del reciclaje son las administraciones, las industrias y los ciudadanos, pero la imagen que una buena parte de la ciudadanía tiene sobre el reciclaje es algo difusa, en la creencia de que, una vez que nos han recogido nuestra bolsa de basura, la gestión de residuos es cosa “de otros”.

En toda la cadena del reciclaje de materiales los ciudadanos jugamos un papel clave, pero quienes reciclan son las industrias del reciclaje, cuya actividad tendrá éxito o no según cómo los ciudadanos entreguemos nuestros residuos y demandemos sus materiales recuperados.

Un residuo es un material que por algún motivo no está ni en el lugar correcto ni en el momento correcto para ser aprovechado como material o como combustible. Entonces, la gestión de residuos ¿se puede arreglar tan solo mediante logística inversa?

Reciclar un material significar volver a introducirlo en un nuevo ciclo de uso o consumo, una vez agotado su ciclo anterior. Así pues el ciclo del reciclaje comienza, obviamente, por la separación de las distintas fracciones de residuos. Aquí interviene la dotación de equipamientos que las entidades locales ponen a disposición de los ciudadanos (el hardware) y el uso que los ciudadanos demos a estos contenedores (el software). Es el la propia denominación de estos contenedores donde comienza la confusión: no son contenedores de reciclaje, sino contenedores de recogida diferenciada.

Una buena respuesta ciudadana para impulsar el reciclaje empieza por la separación doméstica (en origen) de las distintas fracciones (por ejemplo vidrio, papel y cartón, envases, fracción orgánica, fracción resto) de sus residuos. Y la acción ciudadana debe continuar con el depósito ordenado de cada fracción en los contenedores ubicados en nuestras calles. Un mal uso, deliberado o no, de estos contenedores por parte de unos pocos ciudadanos puede arruinar el esfuerzo cívico y el esmero de otros muchos.

Una vez llenos los distintos contenedores de recogida selectiva de fracciones de residuos es necesario que existan en la zona (en un radio “razonable”, no en otra comarca o metrópoli) una serie de industrias cuya actividad sea la recepción de estas fracciones (vidrio, papel y cartón, envases, orgánica), su clasificación y recuperación y su venta como material reciclado en el mercado.

Y el último eslabón de la cadena del reciclaje, sin el cual todo lo anterior no funciona, es que exista una demanda, tanto de las industrias locales como de los ciudadanos, de los materiales “reciclados” por estas industrias “recicladoras”, que deben competir en calidades y precios con la oferta de materiales “nuevos”. Y este es el quid de la cuestión: si por cuestiones de precio, de calidad o de falta de conocimiento ni las industrias ni los consumidores demandan estos materiales, todo el esfuerzo previo resulta inútil y estos flujos de materiales “reciclados”, tras pasar por costosas operaciones logísticas y de procesamiento, terminarán o bien en una incineradora (malo) o en un vertedero (peor).

Así pues, tengamos la visión global de toda la cadena del reciclaje para poder colaborar más eficazmente. Es un error de los ciudadanos creer que con depositar nuestros residuos en el contenedor adecuado “ya hemos cumplido” y es un error de las administraciones considerar (y publicar) que todos los materiales que entran en las plantas de separación son “materiales reciclados”.

Las diversas industrias locales del reciclaje necesitan obtener un buen material de entrada (con recogida diferenciada), un buen procesamiento -competitivo en costes y calidades- de este material y, sobre todo, una demanda estable de los distintos materiales reciclados.

Reciclar más toneladas de materiales y obtener materiales reciclados de mayor calidad supone unos mejores precios en el mercado de materiales, lo que aumenta la demanda y permite cerrar el bucle del reciclaje.

Y si no es así, si el material que entra a las plantas de reciclaje no es el adecuado, lo que salga de ellas no tendrá demanda y todos nos seguiremos haciendo trampas en el solitario y seguiremos desperdiciando dinero y recursos materiales para pintar de verde nuestro sistema local de gestión de residuos.

Nuestra sociedad necesita que los ciudadanos estemos concienciados y seamos disciplinados, que las industrias recicladoras sean competitivas en costes y calidades y que los ciudadanos cerremos el ciclo demandando y consumiendo estos materiales reciclados. Así funciona el reciclaje, tan complejo y tan sencillo.

De este tema tan transversal, que debe estar bien asentado en la práctica para poder hablar de economía circular, que incluye concienciación, logística, tecnología, marketing y comunicación, y que, si está bien planteado, puede ser un importante yacimiento de empleo verde y estable, se hablará durante el Congreso Mundial ISWA 2019, que se va a celebrar en el Palacio Euskalduna de Bilbao, entre el 7 y el 9 de Octubre de 2019.